La importancia de una buena poda en frutales de hueso

La poda es una operación fundamental en el cuidado de los árboles frutales, normalmente los primeros cortes se hacen para controlar el desarrollo del árbol, guiar el crecimiento de los brotes y sanear la copa eliminando partes dañadas o crecimientos con una mala orientación.

Pero además, hay otro objetivo muy importante tras la poda de los frutales, y es mejorar la producción de fruta. En el caso de los frutales de hueso , con la poda no se busca simplemente aumentar la cantidad de flores que completen el cuajado, sino que se busca un equilibrio de floración y brotes de hoja para que los frutos que completen el desarrollo sean de buena calidad, tanto en tamaño como en sabor.

Dos de los errores más habituales en la poda son no cortar nada o cortar en exceso, ya que si el árbol carga demasiada floración puede que la fruta no sea capaz de alcanzar un tamaño óptimo, y el árbol consumirá muchos recursos sin éxito, abortando algunos frutos por el camino. En el caso de podar más de la cuenta se puede reducir la producción de manera drástica en el año en curso, y además inducir el desarrollo de chupones, en la siguiente temporada que darán lugar a ramas poco productivas.

En todos los frutales es importante comenzar la poda desde el momento de la plantación para conseguir una buena estructura de desarrollo. En los frutales de hueso, lo ideal es formar un árbol con ramas abiertas porque proporcionan una buena aireación y entrada de luz en la copa. Esta poda se conoce como poda de formación y se realiza durante los dos o tres primeros años, cortando siempre en invierno en zonas templadas, y habitualmente al principio de la primavera en zonas frías o húmedas.

De manera general hay dos momentos clave en la poda de frutales de hueso, el invierno y el verano. Una vez formado el árbol, al inicio de cada invierno en climas suaves, o entre finales del invierno y los primeros días de la primavera en climas más fríos, se recomienda hacer una poda de limpieza o de mantenimiento, que al igual que en otros frutales consiste en eliminar:

  • Partes secas, rotas o dañadas
  • Ramas enfermas o con una mala orientación (como por ejemplo las ramas que crecen hacia el interior)
  • Ramas que se superponen o crecen paralelas muy cerca unas de otras (generando zonas de sombra)
  • Chupones que restan vigor al árbol, o sierpes, que son crecimientos a pie del árbol que roban mucha energía al igual que los chupones de las ramas

Durante los primeros años es importante prestar atención al crecimiento de ramas muy verticales como sierpes y chupones que suelen desarrollar más madera que fruta, y que consumen mucha energía del árbol. En cambio, las ramas horizontales inducen el desarrollo de un mayor número de yemas con flores, y por tanto también de frutos. Los chupones se suelen eliminar con la "poda en verde", normalmente con un “aclareo” de ramas cuando comienza el cuajado para que los nutrientes se destinen al engorde del fruto, aunque también se recomienda hacer un repaso después de la cosecha de la fruta.

Una vez formado el árbol, que suele ser al tercer o cuarto año de plantación, se realiza una poda anual de fructificación, con el objetivo de conseguir la mejor cosecha y en el caso de los frutales de hueso tiene una diferencia muy importante respecto a los frutales de pepita , y es que hay que asegurar el renuevo de las yemas de flor para no quedarse sin frutos. Esto se consigue identificando los órganos fructíferos en los diferentes frutales para realizar el corte adecuado en el momento adecuado, evitando que el árbol se agote antes de la maduración del fruto.

En el caso del cerezo, por ejemplo, la poda de producción se debe hacer tras la cosecha de la fruta, siempre antes del otoño, ya que este tipo de árboles no cicatrizan muy bien y así se evitan problemas de gomosis. Se debe prestar atención a los siguientes órganos:

  • Ramos mixtos: formados por yemas de madera y también por yemas de flor.
  • Brindillas o chiflonas: ramas cortas de 15 a 20 cm de largo que tienen yemas de flor y una única yema de madera en el ápice (extremo).
  • Ramilletes de mayo: ramas muy cortas, de menos de 5 cm que tienen una yema de madera en el extremo rodeada de muchas yemas de flor. Siempre desarrollan frutos de muy buena calidad.

Antes de cortar las ramas que han tenido cerezas se tiene que elegir otra cercana como renuevo, y si no la hay se recomienda cortar dejando un tocón en la base para que se desarrolle nueva vegetación.

Al igual que sucede en los cerezos, los ciruelos también tienen ramos mixtos, brindillas y ramilletes de mayo. Las variedades europeas de ciruelos florecen sobre ramilletes de mayo que se desarrollan en ramas de madera con dos años, sin embargo, las variedades japonesas de ciruelo tienen una floración mayor porque lo hacen sobre ramas de madera con un año de desarrollo y lo hacen en ramos mixtos o brindillas principalmente, pero también en ramilletes de mayo.

Para evitar infecciones en las heridas de los cortes y asegurar una buena cicatrización, es recomendable podar entre finales del invierno y principios de la primavera, prestando especial atención a la poda en verde, ya que permite identificar mejor los diferentes tipos de yemas. Como curiosidad, en el caso de los ciruelos es recomendable hacer la poda de producción cada dos años, buscando un equilibrio al 50% entre flor y vegetación.

En el caso del melocotonero , para evitar ramas improductivas y que la fruta se desplace a los extremos del árbol se deben renovar los órganos de fructificación (ramas mixtas, brindillas y ramilletes de mayo) cada nueva temporada, ya que solo se produce fruta en la madera del año anterior, y únicamente una vez. Estos son los pasos a seguir:

  • Todas las ramas que se desarrollan hacia el interior de la copa se eliminan para evitar zonas de sombra que dificultan la maduración de la fruta.
  • En el caso de una rama mixta se corta solamente la parte que ha producido la fruta, conservando al menos dos o tres yemas que aseguren el reemplazo.
  • Las ramas que se eliminan por completo se cortan dejando un pequeño tocón para proteger la rama principal del secado que se produce tras el corte, y en el caso de los laterales de la copa se procura conservar las ramas que tienen forma de espina de pescado.

La época de poda recomendable es la misma que para el cerezo y el ciruelo, y si durante la temporada de cosecha se obtiene fruta de pequeño calibre, tamaño reducido, es señal de que se debe hacer una renovación más intensa, aunque es recomendable que las podas no sean muy fuertes para evitar la vecería (años alternos con mucha y poca cosecha).

Cortes clave en la poda

El secreto de una buena poda de fructificación es reducir las ramas estériles de madera, esto se consigue cortando a tres o cuatro yemas para inducir la formación de órganos fructíferos.

En el caso de los chupones se recomienda cortar a dos yemas dejando al menos un palmo de separación entre ramos. Los ramos mixtos se deben cortar por encima del quinto grupo de botones de flor dejando por debajo del corte, una yema de hoja orientada hacia el exterior, es decir un tirasavias que dé continuidad a la rama.

Los ramos de mayo y las ‘chiflonas’ no se tocan, son garantía de fruta de calidad. En algunos frutales de hueso que ya están bien formados pero aún son jóvenes, si se realiza una poda en verde de manera correcta, y de forma gradual, no es necesario hacer una poda de producción antes de la primavera, evitando problemas de cicatrización en las heridas y daños por hongos. Además de estos consejos, hay que tener en cuenta que un buen programa de abonado es el complemento perfecto para complementar las operaciones de poda, ya que durante el proceso de floración y fructificación los árboles necesitan mucha energía para completar un buen desarrollo del fruto.

Técnico Superior en Jardineria y Restauración del Paisaje.

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