BASF y los residuos en los alimentos

BASF ofrece productos, tecnologías y servicios para fomentar la agricultura sostenible al permitir que los agricultores generen una rentabilidad adecuada, protejan la tierra y produzcan alimentos sanos y asequibles de forma abundante.

Plantas sanas, alimentos seguros

En los últimos cuarenta años, los logros científicos han contribuido a que estén disponibles muchos alimentos asequibles y de alta calidad para los consumidores. Sin embargo, este progreso está asociado con nuevos temores, especialmente con respecto al uso de fitosanitarios y sus residuos. ​

Los productos fitosanitarios en agricultura son equivalentes a los medicamentos para la salud humana: protegen los cultivos antes y/o después de la cosecha contra patógenos, malas hierbas y plagas, y han sido diseñados para degradarse tras haber cumplido con este propósito. En otras palabras, son los medicamentos de las plantas.

Los cultivos agrícolas se enfrentan a 30,000 especies de malezas, 3,000 especies de nematodos y 10,000 especies de insectos que se alimentan de plantas, todo lo cual puede tener un grave impacto en el rendimiento y la calidad de los cultivos. Además de las pérdidas significativas de cosecha, los cultivos pueden estar contaminados por micotoxinas, sustancias altamente tóxicas producidas por mohos que afectan a la salud humana, si ingeridas. El cambio climático y la globalización facilitan la difusión y la emergencia de nuevos patógenos, enfermedades, malas hierbas y plagas, en particular en España. Afortunadamente, en países con una agricultura bien desarrollada, la pérdida de la cosecha y las hambrunas son cosa del pasado. Sin embargo, entre el 20 y 50 por ciento de los cultivos se pierden cada año debido a patógenos, malas hierbas y plagas (fuente: Manual curso aplicador cualificado productos fitosanitarios, 2020). Sin el empleo de los productos fitosanitarios, este porcentaje sería el doble. ​

La seguridad es la máxima prioridad

Durante el proceso de desarrollo y autorización del fitosanitario:

Las autoridades competentes de todo el mundo evalúan la seguridad de los alimentos para los consumidores. Esto incluye, entre otros, los componentes naturales, los aditivos alimentarios y para piensos, los contaminantes y los residuos.

Los residuos son sobras del uso intencional de una sustancia, como por ejemplo los medicamentos veterinarios en la industria ganadera o los fitosanitarios en la agricultura. Se trata de pequeñas cantidades (trazas) que pueden permanecer en el cultivo o en el fruto en el momento de su comercialización. Estos residuos pueden proceder tanto de un producto fitosanitario de síntesis química como de origen natural.

Las evaluaciones sobre la seguridad de un fitosanitario se realizan antes de que el producto sea autorizado y pueda ser utilizado por un agricultor. Para tales evaluaciones, las autoridades necesitan información sobre los residuos esperados de los productos fitosanitarios y los hábitos de consumo de diferentes grupos de consumidores, como niños pequeños o adultos, con el fin de estimar la exposición dietética y compararla con los valores orientativos relacionados con el estado de salud. Esto asegura que solo se autorizarán aquellos productos fitosanitarios que producirán alimentos inocuos.

¿Cuántos residuos quedan en nuestra comida?

Para la evaluación de los residuos restantes después de la aplicación de un producto fitosanitario, el producto se aplica de acuerdo con la etiqueta (condiciones de uso) propuesta para su autorización en ensayos de campo supervisados​​. Este tipo de evaluación se llama GAP (Buenas prácticas agrícolas, por sus siglas en inglés).

La etiqueta es similar al prospecto de un medicamento y define cuándo, con qué frecuencia y en qué cantidad debe aplicarse el producto. También indica el plazo de seguridad, es decir, el período de tiempo que tiene que pasar entre la última aplicación y el momento de la cosecha para que no haya residuos en el alimento o solo la cantidad establecida por la legislación vigente.

Para evaluar la cantidad de residuos presentes en cosecha, en los ensayos se simula el "peor de los casos": se aplica el producto fitosanitario lo más tarde posible, en el número máximo de aplicaciones y en la cantidad máxima permitida por aplicación y se reduce al mínimo el plazo de seguridad propuesto en la etiqueta.

Solo cuando los residuos restantes no suponen una preocupación para la salud de los consumidores, la etiqueta con sus condiciones de uso está aprobada por las autoridades competentes y se adjunta a cada caja y envase fitosanitario.

En el momento de aplicación:

Para aplicar un producto fitosanitario de uso profesional, el agricultor o aplicador ha de haber pasado una formación oficial. Tras aprobar el examen final obtiene el carné que le legitima para la utilización de productos fitosanitarios. Lo mismo es válido para los que venden y asesoran los productos fitosanitarios. El contenido de la formación y el nivel de carné está establecido en el Real Decreto 1311/2012, que traspone gran parte de la Directiva Europea de Uso Sostenible de los productos fitosanitarios. Además, el agricultor ha de llevar un cuaderno de campo para documentar sus actuaciones en el campo, incluso las aplicaciones de fitosanitarios, y puede ser sujeto de un control oficial.

Una producción agrícola con menos residuos posibles

Los llamados estándares secundarios están elaborados por algunos actores de la cadena de valor, que establecen reglas propias respecto a los residuos para la comercialización de los alimentos en sus establecimientos. Estos estándares “comerciales” que no aumentan la seguridad alimentaria, existen de forma paralela a los requisitos legales y además no suelen estar definidos sobre una base científica. A pesar de esto, consiguen debilitar la confianza de los consumidores en las autoridades oficiales competentes y en las legislaciones existentes, haciendo parecer que estas últimas no sean suficientes y eficaces a la hora de velar por la salud alimentaria. Los estándares secundarios, además, en muchas ocasiones, pueden dificultar una producción agrícola sostenible y pueden hacer que el agricultor, con el fin de cumplir con estos requerimientos, aplique los productos fitosanitarios autorizados de forma diferente a lo que indica la etiqueta. Esto pone en riesgo la eficacia del producto y por lo tanto la salud de la planta, así como aumenta el riesgo de aparición de resistencias. Este hecho es comparable con la asunción de un medicamento no acorde con su prospecto.

Con el fin de ayudar al agricultor a satisfacer las exigencias de sus clientes, en BASF desarrollamos programas de aplicación que combinan diferentes perfiles de productos fitosanitarios con el fin de dar al cultivo la protección que necesita y, a la vez, lograr el nivel más bajo de residuos posible.

Estándares comerciales

El Límite Máximo de Residuo (LMR), un importante estándar comercial: se trata de un parámetro establecido individualmente para cada producto fitosanitario y en cada cultivo y sirve para comprobar que se están siguiendo las buenas prácticas agrícolas que constan en la etiqueta (condiciones de uso) y que garantizan la protección de la salud humana y el medio ambiente. Los límites máximos de residuos (LMR) permiten una rápida y fácil toma de decisiones sobre si los productos alimentarios pueden comercializarse (Reglamento (CE) No 396/2005).

En el caso en que vengan exportados, los alimentos siempre deben cumplir con los LMR establecidos en el mercado de destino. En el caso de la importación de un producto agrícola a la Unión Europea, se aplican los mismos LMRs establecidos a nivel europeo. Si un producto agrícola ha sido tratado con un producto fitosanitario que no tiene un LMR establecido, es necesario que esté establecido su valor de tolerancia de importación (IT).

El monitoreo independiente indica una alta seguridad alimentaria

Cada año la Unión Europea realiza y publica, a través de su organismo EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, por sus siglas en inglés) el informe europeo sobre residuos de productos fitosanitarios tanto en los alimentos producidos dentro de la EU como en los de importación. El informe publicado en abril 2020, indica que el 95,5% de las muestras de alimentos analizadas en 2018 estaban libres de residuos de productos fitosanitarios o por debajo de los LMRs establecidos. En caso de productos cultivados en España, el grado de cumplimiento llegaba al 98%. Por lo tanto, EFSA concluye que los niveles evaluados en los alimentos analizados difícilmente sean motivo de preocupación para la salud del consumidor. ​

En la Unión Europea, el RASFF - Sistema de alerta rápida para alimentos y piensos - interviene para reaccionar de manera segura y rápida ante cualquier riesgo de seguridad. También permite a la industria identificar problemas en una etapa temprana y reaccionar en consecuencia.

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