Digitalización imparable: el perfil del agricultor está cambiando

Autor: Enrique Dans

La aplicación de la innovación a la agricultura como actividad ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad.

La agricultura, de hecho, es una de las actividades fundamentales que posibilitaron el abandono del nomadismo y la sedentarización de la especie humana y, a partir de ahí, el germen de lo que consideramos las sociedades modernas.

Pero es evidente que si comparamos una espiga de cereal, una manzana o cualquier otro producto del campo con sus variedades originales silvestres, tienen extraordinariamente poco que ver, y su mejora constante ha dependido de una actividad de continua selección y optimización que ha dependido, fundamentalmente, de quienes las cultivaban.

A medida que la agricultura ha ido mejorando su rendimiento, ha ido dando lugar a unos excedentes que, en gran medida, han posibilitado el desarrollo de la humanidad. Y en plena era de la tecnología digital, es completamente lógico esperar que esa digitalización se incorpore a la agricultura, en todas las etapas de su cadena de valor, lo que conlleva, en cierta medida, un cambio en el perfil generacional del agricultor.

¿Llegará la automatización de maquinaria agrícola a la agricultura?

La innovación no es, por tanto, ajena al agricultor: la actividad ha ido incorporándola a lo largo de toda la historia, pero en general, y con escasas excepciones, se ha tratado de la llamada innovación incremental, la que tiene lugar mediante ensayo y error constante, mediante pequeñas mejoras, incrementos de eficiencia, práctica, etc.

Por supuesto, no se puede quitar importancia a la innovación incremental: resulta fundamental en toda actividad, y de hecho, es prácticamente consustancial a la naturaleza del hombre. Pero como tal, la digitalización tiene un componente diferente al meramente incremental, componente que todos conocemos bien: se trata de un componente disruptivo.

El componente disruptivo de la innovación va mucho más allá de simplemente mejorar, por ejemplo, la eficiencia de las semillas, de un fertilizante o de un tratamiento fitosanitario: intenta replantear elementos completos de la cadena de valor.

Entre arar un campo mediante un arado romano tirado por una mula y hacerlo con un tractor, la diferencia podría ser vista como incremental, pero no cabe duda que incorpora un incremento tan grande, que se convierte en una disrupción, que al cabo de poco tiempo, deja fuera del mercado a todo aquel que no adopta esa innovación.

¿Llegará la automatización de maquinaria agrícola a la agricultura?

¿Pero qué ocurre si un tractor deja de ser un simple vehículo mecánico, y pasa a ser un dispositivo conectado a internet, capaz de interactuar con sensores en el propio campo, y de llevar a cabo una gama progresiva de tareas prácticamente sin intervención de su propietario? Ahí pasamos a hablar de unos niveles de escalabilidad y de costes que intervienen en gran medida en la productividad de la actividad, y que, de hecho, cambian su dimensión.

Las opciones y posibilidades que se abren para los agricultores son cada día mayores: la tecnología ha llevado a que muchos componentes se hagan cada vez más sencillos y más fáciles de utilizar. Debemos tener en cuenta que las tecnologías digitales se asientan sobre un elemento fundamental: los datos.

La agricultura como actividad es susceptible de generar una gran cantidad de datos accionables, desde los referidos a las variables de contexto (clima, características del terreno o de las especies cultivadas, plagas, etc.) hasta las del propio mercado.

El agricultor del futuro recolectará y analizará datos en tiempo real

El agricultor, generalmente, recoge datos (por ejemplo, en el momento de la cosecha) y trata de utilizarlos para mejorar su rentabilidad en próximas campañas y/o para comercializar mejor su producción. Sin embargo, resulta cada vez más importante plantearse la obtención de datos durante otras fases del proceso mediante la sensorización del propio campo, de manera que contemos no solo con datos hiperlocales de predicción meteorológica, sino incluso con elementos como la humedad o la temperatura que nos permitan deducir niveles de estrés hídrico, de exposición al sol o de difusión de enfermedades. La llamada agricultura de precisión no es otra cosa que la extrapolación de actividades que comenzaron, por lo general, a nivel del cultivo en los invernaderos, en los que el control de muchas variables era más acotado y detallado y proporcionaba una mayor capacidad de actuación, a la agricultura extensiva o de cualquier otro tipo.

Generar una imagen completa y dinámica de una explotación agrícola es algo que cambia el estereotipo del agricultor, y que lo sitúa al nivel de cualquier otro profesional con un nivel creciente de sofisticación, capaz de apalancar la tecnología para obtener un beneficio, de industrializar progresivamente su actividad haciendo que “el campo hable”. Por supuesto, para esto hace falta algo más que tecnología: hace falta una cultura determinada, unas inquietudes, un compromiso con la idea de dejar en el campo algo mejor que lo que encontramos en él cuando nos lo legaron nuestros padres, y sobre todo, algo más preparado para formar parte de una sociedad moderna.

La sensorización del campo es solo un primer paso para otras posibilidades, como la robotización de determinadas actividades, la automatización de avisos de plagas o enfermedades y/o labores mecánicas, como por ejemplo, extracción de malas hierbas o riego de precisión mediante un tipo de trabajador incansable y mecánico, o con el uso de drones, o incluso con explotaciones mixtas que compatibilizan el uso del terreno para la agricultura con el de la generación de energía.

El agricultor actual comienza, cada vez más, a sustituir herramientas tradicionales por ordenadores, tablets, drones o apps, y no lo hace por ser simplemente “más moderno”, sino porque entiende que tiene mucho a ganar en ello, a veces por sí mismo, a veces compartiendo esos datos con otros.

Pensémoslo: lo digital está aquí para quedarse, y lo está a todos los niveles, incluida por supuesto la agricultura. ¿Hasta qué punto estamos, como profesionales , preparados para ponernos las pilas e incorporarnos al mundo digital?

Por eso, desde BASF AGRO han creado una nueva Plataforma Virtual , un punto de encuentro para todos vosotros: agricultores, técnicos y/o cualquier apasionado por la #AgriculturaDelFuturo.

¡La in(formación) es el futuro!

Bienvenid@, tú eres #ElAgricultorDelFuturo.

Experto en transformación tecnológica. Profesor de Innovación en EAE Business School. Colaborador de medios de comunicación nacionales e internacionales.

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